Reconocer el agua como un derecho colectivo y vital para la existencia humana plantea la necesidad de conocer los posibles efectos e impactos por cambio climático y la vulnerabilidad de los territorios. Los posibles impactos se verán a través de la reducción en la escorrentía superficial y el aumento de áreas con condiciones de aridez. La sensibilidad considerando el desabastecimiento en temporada seca y en temporada de lluvias; y, la capacidad adaptativa a través de indicadores de desempeño municipal nos indicará su vulnerabilidad.

En términos de posibles impactos ante el cambio climático se han seleccionado cultivos transitorios y permanentes de importancia para la soberanía alimentaria como para la producción agropecuaria comercial. Así mismo, la dimensión comprende aspectos socio ecológicos relacionados con la sensibilidad del territorio y la capacidad adaptativa de las instituciones administrativas y sociales.

Los ecosistemas y la diversidad biológica que albergan son un elemento esencial en el funcionamiento de los territorios. En la medida como el cambio climático incidirá tanto en la distribución espacial de especies como en los procesos que los mantienen, requiere ser observado de manera especial, en términos de posibles impactos, sensibilidad socio ecológica de los territorios y capacidad de las instituciones político administrativas y sociales para adaptarse.

Los patrones epidemiológicos (espaciales y estacionales) de un territorio, particularmente los asociados a enfermedades transmitidas por vectores están relacionados con el clima, por lo que el cambio climático podrá modificar tales patrones y generar impactos en la salud pública. Por ello, es necesario evaluar la vulnerabilidad del territorio y su posible riesgo por el cambio climático.

Hace referencia a las condiciones (ambientales e institucionales) del espacio construido en el que vive el ser humano. Esta relacionada con la vivienda y los asentamientos humanos. El cambio climático incide directamente en el componente ambiental ya sea influyendo en las condiciones de confort de ese espacio o mediante el efecto de fenómenos meteorológicos y climáticos extremos sobre el mismo.

El Ministerio de Cultura concibe el patrimonio cultural de manera incluyente, diversa y participativa, como una suma de bienes y manifestaciones que abarca un vasto campo de la vida social y está constituida por un complejo conjunto de activos sociales de carácter cultural (material e inmaterial), que le dan a un grupo humano sentido, identidad y pertenencia. Adicionalmente, lo entiende como factor de bienestar y desarrollo.

Esta dimensión se refiere a los elementos que soportan el sistema socioeconómico y el funcionamiento del territorio como la red vial terrestre, fluvial (puertos fluviales) y marítima (puertos marítimos), aeropuertos, oleoductos, gasoductos, redes de servicios (energía, comunicaciones, etc), en fin, los elementos que permiten el desarrollo de actividades, la movilidad de la población, el intercambio de productos y la prestación de servicios esenciales.

En un territorio dado ocurren fenómenos extremos que, al coincidir con determinadas condiciones sociales, económicas o ambientales, pueden generar desastres. El concepto “desastre” lleva implícito su naturaleza socioambiental toda vez que es el resultado de momento crítico en la relación sociedad-naturaleza. De ahí que se señale que los desastres no son naturales (Wilches-Chaux, 1993; Maskrey, 1993; Lavell, 1996; Cardona, 2011) y que la expresión “desastre natural” sea incorrecta; otra cosa es que los fenómenos naturales extremos en un medio socioambiental determinado puedan generar desastres. El cambio climático modificará los patrones espaciales y estacionales de tales fenómenos extremos.